lunes, 21 de octubre de 2013

Viajar

Vivimos una época plagada de cambios constantes, de movimiento incesante. El tiempo vuela y el capitalismo lo lidera todo. Y hoy toca sentirse agradecido: por las oportunidades que he sabido aprovechar, por las facilidades que se me han dado, por hacer realidad poder cerrar los ojos, pensar en una ciudad o en alguien y dirigirte allí.

Londres
Viajar es el mayor privilegio del que he disfrutado y espero poder seguir disfrutándolo. Porque sólo he visto la punta del iceberg y ahora tengo la miel en los labios. Hay tantas cosas interesantes que ocurren cuando viajas....

Es mágico amanecer en casa y tras una siesta a millares de metros de altura aparecer en un nuevo mundo que conocer: lleno de vida y fragancias desconocidas, de paisajes que creías fantasía. Se descubren nuevos colores, te maravillas con el legado de otros que nacieron a leguas de ti. El movimiento hipnotizador de un tren que empieza en los terrenos áridos de L'Alacantí puede llevarme a zonas verdes, donde llevar una bufanda se hace imprescindible a pesar de no habernos movido en el calendario.

Capilla Sixtina (Vaticano)

Viajar supone muchas cosas. Me ha permitido estar en contacto real con la historia o el arte. ¿No es increíble haber tocado un muro que cambió radicalmente la vida de los alemanes durante décadas? Es curioso haber paseado por los jardines del palacio de verano de la emperatriz Sisí. ¿O haber estado bajo la Capilla Sixtina y pensar que ahí estuvo el gran Michelangelo dando color, forma y vida a las magistrales escenas que me quedé mirando con admiración?  En esos momentos cerré lo ojos y reflexioné sobre lo inmenso que es todo. Es fascinante que de la nada, se edifique toda una urbe, que se torna un ente viviente, un ecosistema cada vez más complejo fruto del trabajo de todos sus habitantes durante años y siglos, intercalando arte con el rutinario día a día.

Monumento a los judíos (Berlín)
También nos hace descubrir cuán parecidos y diferentes somos entre todos. En esencia, todas las sociedades son iguales, pero nunca dos ciudades te transmitirán lo mismo. Comparar unas costumbres y otras me divierte y hay sitios en los que alguna vez me gustaría fundirme con su cultura y formar parte de ellos. Por desgracia, es imposible elegir el sitio donde queremos nacer pero mi mayor deseo es poder elegir el lugar donde acabar mis días. Todos deberíamos luchar por ir a parar al lugar al que realmente pertenecemos,piensa que las raíces no lo determinan todo porque somos humanos, no plantas. Por eso pienso que es una crueldad impedir a la gente pasar fronteras; el mundo está injustamente repartido y aquellos que no se conformen con la elección divina que le llevó a empezar en un sitio tienen toda mi admiración y respeto para salir de ese pseudohogar y encontrar su verdadera casa.

Metro de Roma
Eindhoven
Y hay algo más: esas llamas que quedan prendidas por doquier, y que me encantará seguir aumentando en número y evitar que se apaguen. Amistades nacidas de casualidades y que te enseñan tanto, con quienes vives innumerables experiencias y desaventuras. Soy feliz al saber que hay alguien en Valencia, en Murcia, en Málaga, en Madrid o en Barcelona... y más allá, en Italia, en Francia, en Reino Unido, Bélgica, Holanda, Croacia o Grecia. Por allí hay gente que valoro, gente que volveré a ver, gente que admiro, que quiero, a la que le debo algo, a quien abrazar, con quien hacerme divertidas fotos.... Con cada uno de vosotros tengo algo especial. Gracias a las oportunidades que ahora tenemos es todo mucho más fácil, a pesar de las permanentes injusticias y desigualdades del mundo, no debemos obviar que ahora está todo mucho más a nuestro favor.

 Mis pies ya me piden que los castigue con la gloriosa penitencia de recorrer callejuelas estrechas, lechos de un río, senderos o majestuosas avenidas abarrotadas de gente, arte y un pasado que descubrir.
Catedral de Murcia
Con Jens en Alacant












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