jueves, 28 de marzo de 2013

Amaneceres prematuros


Me gusta esta época del año.



Son los días con los rayos de sol prematuros. Esos amaneceres estivales que se adelantan al cambio de hora. Porque luego, tras el cambio, volverá a ser de noche a las 7:17, hasta que los verdaderos amaneceres de verano se levanten junto a mí.

Me gusta que la gente sea así. Que su espíritu irradie esa energía de los rayos de sol prematuros. Y ojalá alguien así me quiera. Me gusta pensar que así será el preludio de la felicidad eterna.



viernes, 15 de marzo de 2013

Temblores


Una serpiente que se come la cola. Todo en nuestra dimensión, en nuestro universo, es un círculo, una esfera. Por muy plano que veas el suelo por el que caminas, si siguieras recto al final acabarías boca abajo respecto al origen.



Cuando el horizonte toma ese color extraño, casi fluorescente, sé que se acerca el temblor, porque así funciona el mundo. Por mucho que la luna brille con esa luz plateada que atrae licántropos, románticos y enamorados cuando está llena, al final va achicándose hasta ocultarse, como lo hace el sol en el crepúsculo cada día. Es entonces cuando la luna se torna en los cuernos del diablo. No es como la timidez de un duendecillo del bosque lo que hace que se esconda, son las reglas cosmológicas que lo gobiernan todo. Funciona así y, poco a poco, me voy resignando asumiendo que nuestra realidad es esta.

Vivir preparado para el temblor supone quizás desprenderse de placeres de la vida como la tierna inocencia o la felicidad despreocupada. Cuando se levanta ese viento frío y devastador, me gusta saber que puedo contar con alguien, ya sea estando aquí, en París o en Buenos Aires. Quizás contigo ni el mayor de los temblores consiga derribarnos, pero también me entreno para pensar que en la soledad, podré gritar y que el eco me conseguirá reconfortar.

Al igual que horror, existe el esplendor, momentos que la gente inteligente propone que aprovechemos: Carpe Diem. Y estoy de acuerdo. Mientras el presente nos acaricia dulcemente no debemos abocarnos al temor del cambio futuro, a la llegada del temblor.

Llega el momento en que toca dar la vuelta al reloj de arena. No pensar que ésta cae sobre nosotros y nos abrasa o entierra en medio de un desierto desolador, si no que esos granos están contenidos dentro fluyendo al son del tiempo y que cuando lo precisemos podemos hacer cambiar su sentido.

Al bien le sigue el mal, pero nosotros somos eternos viajeros entre ambas estaciones. Sed conscientes de que no pertenecemos a ninguna de ellas.

De donde nadie vuelve, yo te vi regresar

lunes, 4 de marzo de 2013

Homenaje

Las mediterráneas aguas que bañan mi ciudad son tranquilas y dóciles en general, salvo excepciones: como esos días previos a la hormonada primavera, que al son del viento levantino, se rebelan como adolescentes haciendo estallar su imberbe furia contra las rocas de ese paseo por el que anduve y andaré infinidad de veces. Cerrar los ojos y verme apoyado sobre mis antebrazos en esa valla azul, escuchando un sonido inconfundible acariciar mis tímpanos es cosa fácil y placentera. El sonido de las olas romperse es algo tan característico de Alicante como estar bajo la luz de la luna y oler la brisa marina, y notar que acaricia los rizos de mi cabello.

Pero aunque el mar sea el acompañante de la en otro tiempo conocida como Akra, hay unos seres por los que sien
to respeto y admiración. Para mí son los guardianes de Alicante, han visto crecer la ciudad donde nací y han estado ahí, imperturbables, robustos, imponentes. Me refiero a los centenarios ficus que velan por las calles más céntricas y dan ese toque de elegancia que toda urbe merece.




Bajarse del tren, entrar en la ciudad y ver estos árboles a mi derecha produce un profundo confort a mi corazón. Me dicen que todo permanece estable, que no tengo de qué preocuparme. Ellos están ahí para hacerme sentir bien, sentirme seguro y en casa.
Recuerdo paseos cuando era pequeño, con un helado del Peret en la mano, pisando gigantes hojas en comparación a mis piececitos e ir levantando la mirada y, poco a poco, seguir con los ojos esos robustos troncos hasta una copa que lo cubría todo. Para mí Canalejas era el parque donde siempre era de noche, y si me cansaba de los días largos del verano, sólo tenía que correr hacia allí y abrazarme a esos troncos o buscar un agujero por el que meterme para llegar al mundo de las ardillas y los pájaros locos.

También hay muchos de estos ficus en Vinorús, porque estos guardianes son ideales para allí. Soldados que han sobrevivido a los bombardeos y que han tenido y tendrán niños de tantas generaciones intentando subir por ellos, con la ilusión de llegar a aquel poblado secreto entre sus ramas. ¿Cuántos pájaros imagináis que habrá en esas copas de diámetros desmesurados?

Ayer nació en mi estómago y luego se balanceó hacia arriba como el aire caliente un orgullo sano mientras volvía a mi casa y subía por la Rambla. Había mucha gente: unos entrando o saliendo de abarrotados bares, otros dando un paseo agarrados del brazo a la persona que aman, dirigiéndose algunos a lugares tan dispares... Probablemente para la gran mayoría en ese momento pasaba desapercibido, pero yo lo vi, en el Portal de Elche, erguido por encima de todos y observando una población en constante movimiento.

Cuán admirable es la longevidad de un árbol y su labor en nuestras vidas. Porque aunque muchas veces pasen desapercibidos seguro estoy de que todos nos aterrorizaríamos si alguna vez faltaran. Veríamos una ausencia irremplazable en su posición y nos sentiríamos más débiles, como faltos de algo, ahuecados. Esos árboles están ahí para todos y por eso merecen esta reseña. Son los ángeles de la guarda q
ue tiene la suerte de poseer Alicante.




Y qué ganas me han entrado tras todo esto de disfrutar de las suaves temperaturas alicantinas sentado en un banco de la plaza de Gabriel Miró cuando todavía haya suficiente luz. Sacaría una buena novela de la mochila y me pondría a leer con ellos, los eternos habitantes del parque. Compartiendo con ellos las vivencias de personajes ficticios, o mis desaventuras guardadas en la memoria. No podría imaginarme Vinorús sin ellos. Son mis guardianes, mis escuderos.

viernes, 1 de marzo de 2013

Actualidad para liberales

 Que sí, que el papa dimite. Que hoy son sus últimas horas como Benedicto equis uve palito y pasará a ser un ciudadano de a pie llamado Joseph con mocasines nuevos y sin anillo al que besar. ¿Realmente es una noticia tan importante su cese voluntario?

No tengo mucho en contra del representante supremo de la religión católica en la Tierra, mis sentimientos hacia él son totalmente vacíos porque el interés que tengo por la religión católica es baladí. No me representa ni creo en sus dogmas. Lo que me pueda interesar es por cultura general. Sin embargo, parece un tema de importancia extrema. Echando un vistazo a los titulares que encabezan las webs de casi todos los diarios europeos más importantes ahí aparece la misma frase:
“Dernières heures au Vatican”, “La Santa Sede quedará pronto en manos del ‘padrino’ Bertone”, “L’ultimo giorno di Benedetto XVI”. Estos son titulares en primera plana de liberation.fr, publico.es y repubblica.it. He escogido periódicos de ideología de izquierdas a propósito y sorprendentemente en ellos se daba incluso mayor hincapié a la nueva papal.

Un lector de Público en teoría aboga por un estado laico, que reduzca la presión e influencia de la Iglesia en nuestro país. Es decir, lo que pase o deje de pasar en esa institución es secundario. Con esto no quiero decir que no sea un tema de actualidad al que hacer referencia, pero hacer un seguimiento tan exhaustivo de todo lo que ocurre me parece incomprensible. Desde su decisión, todo ha sido un vuelco mediático sobre este tema. Son interesantes ciertas reflexiones, artículos sobre cómo fue el mandato de Benedicto XVI, análisis varios... Es normal que cuando un personaje de relevancia deja un cargo importante se escriban crónicas sobre él. Pero lo que no es normal es ese bombardeo, esa “alarma social” provocada.


Sorprendentemente, medios como Le Figaro o El Mundo (de derechas) se centraban esta mañana en temas más serios, como las consecuencias que se están descubriendo a raíz de la catástrofe de Fukushima o la avergonzante situación de Bankia en la bolsa, dando más prioridad a estas noticias.

A mí por lo menos todo esto del Papa, no me interesa tanto. Veo más interesante el cambio de gobierno en Italia que el del Vaticano, pero para los medios esto no es así.

Ahora reflexiono sobre lo lenta que avanza la mentalidad de la sociedad a pesar de la era en la que estamos, de incesantes cambios y avalanchas de información por todos lados. Y también pienso en religión. A veces me planteo si creo en algo. Intento mirar en mi alma y contactar con mi espiritualidad. ¿Podemos ser las personas ateas? ¿Ser ateo demuestra una inteligencia mayor? ¿Ser ateo es ser racional?

Sólo por la cantidad de arte, belleza y cultura que genera una religión, ésta debe ser respetada